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Infancia, Niñez y Adolescencia

"HAZ CLIC AQUI": SUSAN M. WEINSCHENK

Que nos lleva a comprar un producto a través de Internet? ¿Y a registrarnos y confiar en una web? Haz clic aquí aplica la investigación de la motivación, de la toma de decisiones y de la neurociencia al diseño de paginas web.

Creemos que somos el razonamiento, la gente racional y que nuestras decisiones son tomadas con una reflexión cuidadosa. Pero la realidad es que el website que elijamos, lo que decidamos hacer mientras que estamos en él, y si compramos o no, son decisiones y acciones que hacemos de una manera en gran parte inconsciente. Aunque algunas de nuestras decisiones sobre qué comprar y dónde comprarlo, podría venir de la parte racional de nuestro cerebro, muchas de nuestras decisiones y acciones están basadas en la emoción, y muchos se basan en la activación automática que reaccionamos a partir de algo en la página web.

Esta obra indaga en el funcionamiento cerebral a la hora de tomar decisiones ofreciéndonos explicaciones sencillas, y repletas de ejemplos, para el correcto desarrollo de distintas páginas web comerciales. Con este libro descubrirás las razones que llevan al usuario a actuar de una determinada manera, cómo afecta la emoción en ello y cómo aplicar los principios de persuasión en el diseño web para que el usuario haga clic aquí.

Autor: Susan M. Weinschenk.
Título: "Haz clic aquí. Neuro Web Design"
Editorial: Prentice Hall
Precio: 25,00 €


http://www.marketingdirecto.com/noticias/36475-%22haz-clic-aqui%22-susan-m-weinschenk

La neurociencia del ego

Aunque la expresiones castellanas ‘ego’, o ‘persona’, carecen del poder expresivo de su equivalente inglés, ‘self’, aquí las usaremos por falta de algo más apropiado, que exista en nuestro idioma, para los fines de esta lectura.


La auto-consciencia y la consciencia propia, o de uno mismo, son conceptos de índole trascendentales para el entendimiento único del ser humano — especialmente, en la acepción clínica de la expresión.


De antes, nuestros entendimientos filosóficos y nuestras tendencias éticas, encontraban sus explicaciones en las palabras que quienes, pretendieran hablarnos en nombre de un dios, pronunciaran.


Los falsos profetas abundaban…


Cuando dudábamos, siempre recurríamos a la Biblia. Pero, cuando deseábamos saber quiénes fuéramos como entidades individuales y únicas, no había nadie a quien, recurrir, pudiéramos.


Estábamos solos. Solos, contemplando el rompecabezas de nuestras existencias, sin explicación plausible o, sin aclaración posible para resolver el conflicto del significado de nuestras vidas.


Los estados de ansiedad, los de angustia y las depresiones existían. Como testimonio de hecho, la historia corrobora.


Pero ¿Con qué contábamos para asistirnos en nuestros dilemas existenciales?


Entonces teníamos las escrituras sagradas. Pero, éstas eran oscuras, y quienes, las ‘entendieran’ nos decían que en ellos restaba el ‘derecho’ exclusivo a su acceso — razón, por la que nos la dosificaban, en esfuerzo a controlarnos.


Si ustedes conocen a alguien quien, hoy, lea la Biblia. Ustedes son muy privilegiados. Y, si conocen a algún psiquiatra que entienda a Freud. Mucho me alegra — porque, entonces, conocen a mi maestro Louis B. Shapiro, decano de los psicoanalistas norteamericanos.


Hoy, aunque nosotros, quienes en ella creemos con la mayor convicción, preferimos no abusar sus poderes, confiamos en las neurociencias — como la única vía disponible — para dar respuestas a las preguntas de orden tan legítimo, que en seguida formulamos.


La auto-consciencia. Lo que aquí nos concierne


Como concepto progresivo, esta función consiste en una noción que deriva de las actividades neurales de todo el cerebro.


Lo que a los investigadores que tratan de establecer su esencia, siempre intriga, es dónde reside, cómo funciona y, más que nada, cómo aplicar su entendimiento a nuestra percepción propia.


Algo, de índole compleja.


Para muchos de los pensadores formales en este campo, la auto-representación que la consciencia implica, consiste en esa capacidad de ponderar en lo que se piensa, cuando acerca de sí mismo uno reflexiona.


Esta última noción, puede que haya derivado de un contexto social, como ya veremos.


Que esa habilidad para la introspección, haya evolucionado específicamente, en el ser humano, sería para proporcionarnos la ventaja evolutiva de permitirnos crear ‘teorías de las mentes de otros’, para poder lograr predecir y entender sus intenciones para con nosotros — pudiendo, de esa manera, presagiar sus comportamientos, permitiéndonos actuar de manera ventajosa y defensiva.


Es complicado, pero se entiende mejor, si pensamos en la empatía o en el lenguaje de los gestos.


La noción del ego


El ego, es un substrato esencial en la metodología del psicoanálisis, de donde deriva su popularidad y aplicación actual, aun en el campo de la neurociencia.


Das Ich, para Freud, significaba literalmente, ‘el Yo’.


Para mejor entenderlo. En su síntesis psicoanalítica, el ego, constituye la parte de la mente que contiene la conciencia o auto-conocimiento. Lo que más tarde, en escritos avanzados, se conceptualizaría, como un conjunto de funciones psíquicas que involucraban juicio, tolerancia, la evaluación de la realidad, auto-control, previsión, planeamiento, defensas inconscientes, síntesis de información, función intelectual y memorias.


Inevitablemente, para comprender estos conceptos, tenemos que buscar explicaciones en elementos aplicados a nuestros entendimientos de la empatía, como ya hiciéramos en mis tesis paralelas de: Las Actividades de las neuronas de Espejo (I) y Teorías de la mente (II).


Parecería lógico, que en una especie, cuya supervivencia está imbricada de manera tan íntima a su intelectualidad, que nuestra capacidad de intuir las intenciones de otros o de responder de manera apropiada a lo desconocido serían facultades innatas de importancia vital.


Las neuronas espejo nos prestarían una asistencia de orden primordial en este respecto, ya que nos permitirían formular, predicciones paralelas a los comportamientos que, involuntariamente reflejamos.


Concibiendo este sistema de auto-percepciones, encontramos que en sí está constituido por muchos conceptos adicionales.


Por ejemplo, está dotado de un sentido de uniformidad unitaria y cohesiva, a pesar de las múltiples impresiones y experiencias que en éste convergen.


Además de lo dicho, el ego posee una sensación de continuidad y de permanencia en la medida del tiempo. Una noción de estar en control de sus actividades y acciones, de estar fijado en nuestro cuerpo, que es consciente de su valor, dignidad y mortalidad/inmortalidad. Y, que cada uno de esos aspectos de su función puede que sean mediadas por diferentes partes o por diferentes centros del cerebro.


Como hemos notado anteriormente, existe un aspecto único de este ego, que es más extraño que los otros, y éste consiste en que este sistema está consciente de sí mismo, como entidad particular y autónoma.


Para muchos neurocientíficos la última habilidad depende, casi exclusivamente, de las actividades críticas de neuronas espejo.


Como todos sabemos, el descubrimiento accidental de las neuronas espejo, fue hecho por G. Rizzolati, V. Gallese y I. Iaccoboni, cuando grababan las actividades eléctricas del cerebro de ciertos monos en su laboratorio en Italia.


Por ejemplo, cuando un mono deseaba aprehender un grano de maní, una neurona en su corteza pre-motora cerebral se activaba. Otra neurona se activaba cuando el mismo mono oprimía un botón y otra cuando levantaba una palanca. La presencia de estas neuronas de comando y su existencia, en el control de los movimientos voluntarios, ya eran conocidas por muchos años. Lo que sería nuevo es que un subconjunto de estas neuronas poseía una propiedad peculiar y propia. Éstas se activaban no sólo cuando el mono intentaba agarrar el maní, sino que se activaban cuando viese a otro mono repitiendo la misma acción.


Los investigadores, las llamaron: neuronas espejo o ‘neuronas, mono ve, mono hace’.


Lo que constituye de esta observación algo tan extraordinario, sería el hecho que implica que una neurona y los circuitos de que forma parte, no solamente estaba generando un comando altamente específico (‘agarrar un maní’), sino que sería capaz de adoptar el punto de vista de otro mono.


En otras palabras, que estaba haciendo una simulación interna y refleja de la acción del otro simio, como si estuviera tratando de entender lo que el otro mono hiciera, reflejándolo (como espejo) en su mente.


En simples palabras, que actuaba como una neurona de ‘leer mentes’.


Neuronas en el cingulado anterior responden cuando a una persona se le inserta una aguja en la piel. Éstas se conocen como neuronas sensoriales de dolor. Investigadores en la universidad de Toronto demostraron, que las últimas se activan con rapidez viva cuando la misma persona observa que otro está siendo punzado. Puede decirse que son ‘neuronas telepáticas’ porque transmiten mensajes a la distancia.


Lo primordial aquí es el reconocimiento, neurológico, de que la actividad refleja no reconoce la diferencia entre los elementos que la causan. En ambas respuestas, el estímulo es real.


Los primates, incluyendo nuestra especie, son criaturas de inteligencia muy desarrollada, ya que somos expertos en adivinar las intenciones ajenas. Lo que se logra por medio de la simulación en la mente de los designios de otros.


Lo que no entendemos bien son los procesos que median las corazonadas que nos alertan y que nos protegen del mal que hacia nosotros otros ocultan.


Lo que sí reconocemos es que sin esas intuiciones, a veces, hubiésemos sucumbido a malos designios ajenos.


La emergencia del entendimiento de las funciones de las neuronas espejos en los homínidos, puede que haya jugado un papel crucial en el entendimiento de los peligros que provienen de otros seres vivos, limitando nuestra vulnerabilidad.


Asimismo, se entiende que éstas desempeñan un rol crucial en actividades que son esencialmente humanas, como son la empatía, el aprendizaje por imitación (en lugar de tanteo, por tanteo) y la transmisión de lo que conocemos como ‘cultura’.


Con lo antedicho hemos yacido las bases para la tesis que hoy nos ocupa.


La naturaleza del ego


Cuando pensamos en nosotros mismos, cuando reflexionamos en nuestro ‘yo’ como individuos separados y distintos a otros…


¿Qué entra en nuestra mente y de qué nos volvemos conscientes?


Nos encontramos en un mundo extraordinario que abarca la introspección y el auto-análisis. Es como si estuviéramos examinándonos a nosotros mismos — como si estuviéramos observándonos a nosotros mismos — como otros hacen — cuando a nosotros ellos observan.


En otras palabras, que nos convertimos en observadores/observándonos a nosotros mismos.


Pero ¿Cómo es que esta acción procede?


Un poco de neurociencia aplicada puede sernos de asistencia con esta cuestión.


La evolución se aprovecha de organizaciones ya existentes para desarrollar estructuras y adaptaciones nuevas. Una vez que la actividad coordinada de los elementos visuales acopladas al control muscular, se despiertan, es el momento cuando las neuronas espejo entran en acción, permitiéndonos lograr nuevas posibilidades de respuestas.


Las neuronas espejo se encuentran representadas en abundancia en la parte inferior del lóbulo parietal — una estructura que experimentó, hace miles de años, una expansión acelerada en todos los simios mayores — nosotros incluidos entre ellos.


A medida que el cerebro siguiera evolucionando, este lóbulo se dividió en dos giros — el supra-marginal que nos permite la ‘reflexión’ en anticipación de nuestras acciones y el giro angular que nos permite la reflexión hacia las actividades de nuestro cuerpo (en el lado derecho) y de nuestro ego en el lado izquierdo, formando parte del conjunto complejo de nuestras actividades abstractas, incluyendo las del lenguaje metafórico.


En otras palabras, que poseemos actividades que están representadas en mapas visuales y mapas motores, sobre las que inciden las neuronas espejo.


¿Cómo aplican estos discernimientos al sentido del autoconocimiento y la consciencia del ego?


El autoconocimiento puede concebirse como si usáramos las neuronas espejo para percibirnos a nosotros como otros nos perciben. Es como si usáramos las respuestas reflejas que otros activan hacia nosotros para evaluarnos a nosotros mismos.


Esencialmente, lo que entendemos como introspección. Es estar consciente de que otros están conscientes de nosotros.


Aquí, es donde se aplican las nociones ya estudiadas, de la ToM o teoría de la mente. La que en esencia significa, viendo el mundo, como otros lo ven, o leyendo las mentes de los demás.


Lo antedicho, por supuesto, no es ni original ni es de mi creación, sino que constituye una adaptación del Zeitgeist neurológico que hoy nos gobierna — como de antes lo hicieran las teorías del psicoanálisis.


No es lo mismo: ‘pienso, luego existo’, que ‘existo, luego pienso’.


Lo que es esencial comprender es que somos básicamente animales que, debido a la insuficiencia relativa de nuestras resistencias físicas, que crecimos — para sobrevivir — Y que lo hicimos, dotados con bases intelectuales de posibilidades enormes en áreas que todavía no entendemos con la habilidad que nos agradaría, de poder hacerlo así.


Nadie puede argumentar que la presencia de la capacidad de hilvanar nuestro pasado tanto dinámico como histórico, no nos capacita para unificar la configuración de la consciencia y de la ‘arquitectura’ del ego.


Tampoco puede afirmarse que la habilidad de formular una ToM constituye un don exclusivo de nuestra especie, ya que otros animales poseen la destreza instintiva de separar extraños que les infligirían dolor, de extraños que les serían amigables — cualquier persona que se acompaña de gatos, sabe a qué aquí me refiero.


Nuestras ideas y nuestros conceptos están en evolución constante. Las áreas de Broca y de Wernicke hoy se consideran que residen fuera del lugar anatómicamente establecido por sus descubridores, necesitando revisiones topográficas.


Los estudios de ciertos síndromes neurológicos con sus manifestaciones extraordinarias y expresiones sorprendentes, negarían que todo lo que creemos conocer, todo ya lo explica — por esa razón todas nuestras hipótesis están sujetas a revisión constante.


Reconocemos el impacto que en el desarrollo de nuestro ego y en la evolución de nuestra personalidad la acción de ciertos neurotransmisores imprime.


Como igualmente, entendemos que, en adición, los efectos de la cultura, asimismo nos intervienen.


Los habitantes de la Isla Centinela del Norte, parte de la India. Rehúsan contacto con la civilización a cuyos representantes repelen con hostilidad acerba. Nadie los conoce.


¿Son ellos, por contraste con nosotros, distintos en sus percepciones y en las concepciones de sus personas?


No lo sabemos, pero podemos intuirlo — aunque Darwin estuviera equivocado cuando conociera a los habitantes de la Tierra del Fuego.


Entonces, hoy se le añade a estos entendimientos, la noción de que nuestras memorias: pasadas, presentes y futuras poseen un rol crucial en el modo cómo nos percibimos y de cómo nos entendemos a nosotros mismos para la representación de este sistema funcional e intangible que hoy tratamos de definir.


En resumen


No podemos dejar que nos pase un día sin que tratemos de explicarnos y de entendernos a nosotros mismos.


Si, para quienes estudian los sentimientos y las emociones humanas, el psicoanálisis proveyera una fuente de alcances que crecieron a medida que otros argonautas de la mente, exploraran, desde perspectivas múltiples, para dar nuevos conocimientos. A nosotros, entonces, nos toca la obligación de hacer lo mismo con las vistas que las neurociencias cada día nos presentan, formando entre ellas un substrato de nociones que nos asisten en la tarea de comprendernos a nosotros mismos de una manera mejor.


Concluyéndolo todo:


El ego, es función anatómica.


Su localización cerebral, como consciencia, aun no ha sido establecida. Pero su comprensión aplicada, nos proporciona una herramienta eficaz en nuestras labores como terapeutas.


Imagen


Amatista por Tamara de Lempicka.


http://blogs.monografias.com/sistema-limbico-neurociencias/2009/11/16/la-neurociencia-del-ego-2/

Neurogénesis

CAMILO JOSÉ CELA CONDE Hace tres años, uno de los dogmas más sólidos de la neurociencia recibió un golpe muy serio. La idea de que el cerebro adulto sólo varía perdiendo capacidad de funcionamiento, la mala noticia de que el destino de las neuronas más allá de una edad bien juvenil es el de desaparecer, fue sacudida gracias al descubrimiento de algunos casos en los que se producía la generación, en organismos adultos, de nuevas neuronas. La revista Cell publicó ayer un artículo que detalla un aspecto de ese proceso tan esperanzador –aunque sea a título de clavo ardiendo al que agarrarse– para quienes contamos ya con demasiadas décadas a nuestras espaldas. Por desgracia para la esperanza humana, el hallazgo se refiere al cerebro de roedores. En concreto, al hipocampo de ratones y ratas.

Mediante una batería de experimentos realizados en roedores con deterioro en el hipocampo, Mitsubishi Kagaku, investigador del Institute of Life Sciences de Tokio, Japón, y sus colaboradores han detectado esa neurogénesis adulta tan sorprendente. También han ofrecido una interpretación sobre cuáles serían las funciones de las nuevas neuronas: almacenar los conocimientos que van llegando cuando la memoria previa existente ha llenado el almacén disponible.

Las explicaciones funcionales son aún más difíciles de lograr que la identificación de estructuras relacionadas con las actividades cognitivas. Las críticas a la propuesta de Kagaku y sus colaboradores acerca del papel de las nuevas neuronas han aparecido incluso antes de la publicación del trabajo, un milagro debido a las facilidades que dan las revistas mediante la anticipación electrónica de sus contenidos. Las puntualizaciones a mi entender más interesantes, como las apuntadas por Greg Miller en la revista Science, relacionan los hallazgos en el hipocampo de las ratas con el caso de Henry Molaison, un paciente al que, intentando curar su epilepsia, se le extirpó a mitades del siglo pasado parte del hipocampo y del sistema límbico provocándole amnesia, incapacidad para añadir nuevos recuerdos. Quizá la lesión del hipocampo en el ser humano y la generación de neuronas en esa misma región cerebral en las ratas sean fenómenos conectados a través de un parecido mecanismo mnemónico. Quizá no.

Existe el proyecto, anunciado en junio pasado y no sé si iniciado ya, de ofrecer un atlas electrónico del cerebro de Molaison –que se conserva desde su muerte con un cuidado extremo– con el fin de facilitar a los investigadores el acceso a las particularidades que supuso la intervención quirúrgica del infortunado paciente y poder relacionar sus daños cerebrales con la pérdida de capacidades cognitivas. Como se ve, se trata de hacer viable un trabajo aún pendiente. Pero la posibilidad, aun remota, de obtener resultados que pongan de manifiesto cómo trabaja nuestro cerebro compensa de sobras los esfuerzos. En particular si el premio puede ser el de la esperanza de la regeneración, siquiera mínima, de los órganos que hacen que, con la edad, se esfume nuestra memoria.


http://www.diariodemallorca.es/actual/2009/11/14/neurogenesis/521427.html

NEUROCIENCIA DE LA RELIGIÓN (VI): EL PAPEL DEL LÓBULO TEMPORAL

Este artículo es una extensión de «Neurociencia de la religión (V): cuando las intenciones percibidas en el entorno tienen rostro», respecto al papel del lóbulo temporal y el reconocimiento facial en la agencia sobrenatural. Mientras allí, en base a sus correlatos neurales, se enfocaron aspectos más comunes de la religión como la pareidolia y las creencias masivas del cristianismo sobre Dios, bajo esta misma perspectiva ahora se enfocará la experiencia religiosa.

El lóbulo temporal está ampliamente correlacionado con la memoria, las emociones y la audición, compartiendo un papel fundamental junto con el lóbulo parietal (área de Wernicke en el hemisferio izquierdo) en el lenguaje. En el hemisferio derecho procesa la información visual (tracto ventral de la visión, constituyéndose en el «qué») estructurando la objetivación de lo que percibimos, es decir, es la base de las ‘conceptualizaciones’: detecta e identifica caras, cuerpos, gestos, intenciones, escenas, objetos; simultáneamente adjuntando significado emocional al proceso (a través de su directa conexión con la amígdala y el córtex prefrontal orbitoventral) y codificándolo como memoria en sus regiones más profundas (hipocampo). Se asocia estrechamente al lóbulo parietal para elaborar nuestra conciencia del espacio que nos rodea, haciendo en principio posible que atribuyamos al mundo un sentido emocional y empático.

Previamente se apuntó la importancia de las áreas parietal/temporal en cuanto a la religión respecta. De modo más específico ambos lóbulos, dadas algunas de sus funciones resumidas en «Neurociencia de la religión (V)...», sostienen las más inusuales experiencias como la sensación de pérdida de los límites entre el propio cuerpo y el entorno, la alteración de la percepción espaciotemporal, visión de rostros, audición de voces, o la sensación de que hay una presencia cercana. Todas estas experiencias y otras más conforman los llamados estados alterados de conciencia, que aunque pueden ser puramente recreacionales y carentes de significado religioso, integran aspectos de la religión más o menos diferentes de las creencias masivas y de menor dimensión respecto a éstas, pero seguramente más notorios, tales como el éxtasis místico, la oración profunda, algunos tipos de meditación, la hierofanía, la revelación divina, las súbitas conversiones religiosas, el trance chamánico, o la posesión. La pareidolia también estaría en este grupo (aunque es mucho más concurrente) y hemos visto cómo depende fuertemente de la zona ventral del lóbulo temporal, el córtex fusiforme.

Entre tanto, las experiencias y sensaciones subyacentes en todo esto no necesariamente corresponden a estados patológicos a pesar de las notorias equivalencias neurales/cognitivas implicadas (p.ej. entre la experiencia religiosa y los episodios psicóticos: Peters et al. 1999; Bhugra, Psychiatry and Religion: Context, Consensus and Controversies, Routledge, 1997, pp. 173-174) y a pesar de los casos en que sí hay tal correspondencia.1

Neuroteología: el «Casco de Dios» y la «presencia sentida»

«Neuroteología» es como se denomina al reciente estudio estrictamente neurocientífico de ciertos aspectos religiosos, de modo específico, las experiencias religiosas. Ciertamente, se trata de un término controvertido2, sin embargo, por encima de cualquier polémica filosófica, teológica y de alguna opinión personal sobre resultados obtenidos3, en este campo se han hecho interesantes hallazgos y progresos, que en promedio se correlacionan positivamente (cf. Mohandas 2008 p. 65-67).

En términos neurocientíficos, podríamos remontarnos a los años 60s cuando se empezó a vincular el lóbulo temporal derecho con la hiperreligiosidad (un interés exagerado en asuntos religiosos y/o concurrencia de experiencias religiosas), precisamente por el estudio de los efectos de la epilepsia en esta región del cerebro (Devinskya & Schachter 2009). Posteriormente, el neurocientífico Michael Persinger se enfocó durante más de dos décadas al estudio de tal vínculo4 (Persinger 1984; Cook & Persinger 1997; Tsang, Koren & Persinger 2004), llegando a estimular con débiles descargas electromagnéticas tal región y el adyacente lóbulo parietal mediante un casco de motocicleta modificado (bautizado por un periodista como el «Casco de Dios»), induciendo la sensación de una presencia extraña que Persinger denomina la presencia sentida, entre otras experiencias, aunque no todas de significado religioso.

«La sensación de una presencia, la cual puede ser la base fenomenológica común de la que se derivan las experiencias de dioses, espíritus, ángeles y otras entidades, es un homólogo hemisférico derecho del sentido del yo del hemisferio izquierdo» (Cook & Persinger 1997). Es decir, el agente sobrenatural en la experiencia religiosa no es sino un «yo» que el cerebro derecho no logra representar de modo adecuado, sino que resulta en una presencia espacialmente externa. Aquí pues es preciso e ilustrativo recordar que el lóbulo temporal derecho, junto con el parietal, son el sustrato de la conciencia espacial.

Persinger también hipotetizó que el propio electromagnetismo de la corteza terrestre podría afectar al lóbulo temporal y así causar las experiencias inusuales. Aunque la idea es controversial, hay evidencia que «sugiere que los fenómenos cultural e históricamente ubicuos de presencias sentidas sean generados por procesos hemisféricos derechos que una vez realzados por una variedad de estímulos, incluyendo complejos campos magnéticos débiles, pueden ser reforzados por la actividad geomagnética global aumentada» (Booth, Koren & Persinger 2005).5 Pesinger también ha aplicado campos magnéticos al córtex prefrontal izquierdo de 50 sujetos mientras evaluaban diversas sentencias como verdaderas o falsas. Lo que obtuvo es que durante el proceso de refutación de lo dicho o escuchado, bajo el efecto del campo magnético aplicado, aumentó la probabilidad de aceptar una sentencia falsa como verdadera (Ross, Koren & Persinger 2008).

Los experimentos con el «Casco de Dios» adquirieron cierta popularidad y hasta el famoso ateo militante Richard Dawkins se sometió a la prueba, aunque infructíferamente: según él, no se produjo ningún tipo de experiencia mística o inusual. Persinger explicó el fracaso del experimento en Dawkins debido a su bajo puntaje en una escala psicológica que mide la sensibilidad del lóbulo temporal (nota de prensa en Telegraph, 2003). Sin embargo, un equipo de investigadores de la Universidad de Uppsala en Suecia, en 2005, replicó independientemente este tipo de experimento y no encontró resultados congruentes con los previos de Persinger.6 Varios meses después él respondió que, haciendo un re-análisis de 19 experimentos con 407 sujetos en total realizados durante 15 años, «las configuraciones magnéticas, no las creencias extrañas o la sugestibilidad de los sujetos, fueron responsables de la facilitación empírica de la sensación de presencia», enfatizando la importancia del lapso y los parámetros adecuados al aplicar el estímulo magnético (St-Pierre & Persinger 2006). Tal parece, al menos según Persinger, que el experimento de Uppsala no fue adecuadamente realizado.

Posteriormente diversificado en nuevos diseños, el casco místico se ha pretendido convertir en una herramienta metodológica para la investigación (neurocientífica) del misticismo y la espiritualidad, aunque más bien resulte en un recurso meramente recreacional y de connotaciones pseudocientíficas.

Del «punto Dios» a un modelo neurocognitivo más extenso de la experiencia religiosa

Vilayanur Ramachandran, un eminente neurocientífico de la Universidad de California, también considera al lóbulo temporal el centro del contacto con Dios o de la experiencia de unirse al cosmos; nuevamente, considerando la relación entre la hiperreligiosidad y la epilepsia del lóbulo temporal, especialmente la epilepsia temporolímbica (McKay 2004 pp. 3-4). De acuerdo con Ramachandran, las tormentas eléctricas de tales ataques inducen neuroconexiones entre el córtex temporal inferior y la amígdala, hecho que provoca la asignación de significado emocional a objetos y eventos. Entonces, cualquier objeto o evento puede imbuirse subjetivamente de profundo sentido, pudiéndose «ver un mundo en un grano de arena» (ibid p. 4). Esto es un tanto diferente de la hipótesis de Persinger: para Ramachandran, la asignación de significado emocional mediada por la amígdala es la base neural de la religiosidad.

A partir de los trabajos de Persinger y Ramachandran, entre 1997 y 1999 se popularizó periodísticamente el concepto del «módulo» o «punto Dios». El rápido avance de la «neuroteología», sin embargo, acumuló nuevos datos de experiencias en distintas tradiciones religiosas que no encontraron al lóbulo temporal derecho como un único centro o punto cerebral activo, sino una más amplia red prácticamente ‘por todo’ el cerebro. Ya en 1998 Newberg declaraba que (p.ej. en esta entrevista) no encontró resultados consistentes con un modelo predictivo de actividad en el lóbulo temporal en sus estudios sobre la meditación. Al fin y al cabo, los mismos autores que hemos visto han rechazado el término periodístico por reduccionista a pesar de que, bien para Persinger ‘Dios’ no es más que cierta actividad eléctrica en las neuronas y para Ramachandran, un fenómeno neurofisiológico «en gran parte protoplasmático». Por otro lado, Nina Azari, una especialista en neurociencia cognitiva y psicología de la religión, advierte que el solo estudio mediante neuroimágenes de las experiencias religiosas no explica a la religión en sí misma7, poniendo en entredicho la noción de un origen evolutivo de la religión elaborada a partir de las bases neurales de la experiencia religiosa (Azari et al. 2007).

Como fuere, este pequeño campo de estudios y datos ha seguido popularizándose, p.ej. mediante el documental de la BBC (2003) «God on the Brain», que reúne a los investigadores más reconocidos aquí. Entre tanto, el «punto Dios» continúa siendo un atractivo recurso mediático (cf. «Belief and the brain’s ‘God spot’», The Independient, 2009) a pesar de que el desarrollo reciente del estudio científico de la religión a través de otras disciplinas como la Ciencia Cognitiva o la Psicología del Desarrollo, sumada a los propios resultados empíricos dentro de la «neuroteología», lo descreditan.

Así, un estudio de Beauregard & Paquette (2006) con neuroimágenes del éxtasis místico de 15 monjas carmelitas, «mientras ellas estuvieron subjetivamente en un estado de unión con Dios», encontró alrededor de una docena de regiones cerebrales activas durante esta experiencia, comparando tal condición mística con otra de control que consistió en la evocación del más intenso sentimiento de unión con una persona.8 Esto corrobora una visión científica más amplia de la experiencia divina, vinculada ahora ampliamente a las redes del ‘cerebro social’ por ejemplo, mientras hecha por tierra el concepto del «punto Dios», en tanto que al fin y al cabo no es un término neurocientífico sino periodístico.



De todos modos estos resultados se han tomado como inconsistentes con los de Persinger y junto con la réplica fallida de la Universidad de Uppsala, son referidos para criticar su trabajo. Sin embargo, a pesar de la controversia (aunque respondida por Persinger) y a través de los datos de sus investigaciones, éstos nuevos con monjas carmelitas y otras investigaciones similares, hay una notoria congruencia respecto al papel de las regiones temporal y parietal del hemisferio derecho. En las monjas carmelitas la activación del lóbulo temporal derecho no ocurrió en su región ventral, pero sí en el giro temporal medio derecho (RGTM, como rotulado en la Fig. 1), hecho que los autores asumen como «relacionado con la impresión subjetiva de contacto con una realidad espiritual» (Beauregard & Paquette 2006 p. 189).

El RGTM, junto con el giro temporal inferior derecho, también fue registrado activo en cuanto a las creencias sobre el involucramiento de Dios en el mundo y en la vida de una persona (Kapogiannis et al. 2008). Según este estudio, la coactivación de ambas áreas incrementa la comprensión emocional precisamente al identificar las emociones negativas. Simultáneamente, el RGTM, junto con el córtex prefrontal medial izquierdo/derecho y el lóbulo parietal inferior derecho, funcionan para la agencia autorreferencial, es decir, para aspectos de la cognición social consistentes en el entendimiento de lo que otra persona o agente piensa sobre uno (Ruby & Decety 2003). Esto significa que el entendimiento de Dios (p.ej. conceptos como «la voluntad de Dios dirige mis actos» o «Dios castiga») implica procesos propios de la Teoría de la Mente (ToM) (Kapogiannis et al. 2008 p. 3) y como vemos en Beauregard & Paquette, esto también estructura de modo importante la sensación de contacto divino.

Entre tanto, el RGTM es el área inmediata, hacia abajo, al surco temporal superior (agencia, sensibilidad al movimiento biológico, reconocimiento facial) y hacia arriba, al giro temporal inferior (reconocimiento facial). De hecho, se ha registrado específicamente actividad del RGTM implicada en el reconocimiento facial (Phillips et al. 1998; Gazzaniga, The new cognitive neurosciences, MIT Press, 2000, p. 404).

Resumiendo, tanto las creencias religiosas comunes como la experiencia de contacto divino involucran al sistema de percepción facial y de agencia: los pensamientos respecto a Dios o las sensaciones inusuales de cercanía a él correlacionan con tales sistemas. Una consecuencia de este análisis de datos es que al considerar la dimensión cognitiva de las diferentes áreas temporales y parietales involucradas, podemos apuntar a un modelo explicativo menos reduccionista, que permite correlacionar los datos aparentemente contradictorios que hemos visto.

Lóbulo temporal derecho: cognición espacial

Hans-Otto Karnath, director del Center of Neurology & Hertie-Institute for Clinical Brain Research, de la Universidad de Tubinga, Alemania, ha encabezado y participado en una considerable cantidad de estudios investigando la conciencia espacial y sus bases neurocognitivas. Tal como se adelantó arriba y previamente, en efecto, se ha mostrado que parte del lóbulo temporal tiene un papel importante en la orientación y exploración espacial, siendo de relevancia el estudio del trastorno de la atención visuoespacial en humanos y la cognición espacial normal en monos. Nature en 2001 publicó un estudio de este autor titulado explícitamente «La conciencia espacial es una función del lóbulo temporal, no del lóbulo parietal posterior».9

Según Karnath, en humanos la inatención o negligencia espacial está demostradamente correlacionada con daños en el lóbulo parietal inferior y la junción temporo-parieto-occipital (JTPO). Entre tanto, por un lado progresivamente se han descubierto otras áreas corticales y aún subcorticales implicadas y por otro, las lesiones restringidas al lóbulo parietal raras veces son asociadas con la inatención espacial (Karnath 2001). De acuerdo con el autor, es posible que la visión clásica del lóbulo parietal como asiento de la conciencia espacial, deducida fundamentalmente del estudio de la inatención, esté sesgada por el hecho de que este lóbulo se vincule a los defectos del sistema de direccionamiento ocular parieto-frontal, hecho finalmente confundido como inatención espacial. Tal es así que, cuando Karnath analizó los estudios habidos excluyendo los casos con defectos adicionales en el campo visual, no encontró implicación del córtex parietal inferior ni de la JTPO en la inatención. En cambio, el centro de la lesión apunta al giro temporal superior derecho (GTSd). (ibid. p. 570).

Sin embargo, el papel del GTSd parece discutible. A diferencia de Karnath et al. (2001) y refiriéndose a una serie de desventajas que tuvo su investigación, otro estudio concluyó que las regiones críticas asociadas a la inatención son el giro angular en el lóbulo parietal inferior y el giro parahipocámpico en el lóbulo temporal medio (Mort et al. 2003). Aquí el GTSd resultó de importancia secundaria en la mitad de los 35 pacientes estudiados. Como los autores discuten, el giro parahipocámpico se vincula a la navegación y la memoria espacial, en tanto que esta región tiene una rica conexión con el córtex parietal y el hipocampo (ibid. p. 1994), tal como previamente notado en «Neurociencia de la religión (V): cuando las intenciones del entorno tienen rostro» respecto a su papel simultáneo en el reconocimiento del contexto social y visual, o en el «Neuromapa 2» (referencias 13, 14, 15) respecto a la vinculación parieto-hipocámpica con el sustrato neural propuesto para la creencia sobrenatural.

Aún así se ha acumulado evidencia que asocia una red fronto-temporal, rodeando la cisura de Silvio (perisilvánica), con la inatención espacial (Zopf et al. 2009). Sumado esto a la evidencia de inatención asociada a las áreas temporo-parietal, dicha red abarca el córtex temporal superior/medio, parietal inferior y frontal dorsolateral en el hemisferio derecho, que Karnath propone (a diferencia de antes) como representando la base neural de la orientación espacial, agregando que se trata de una red homóloga a su contraparte izquierda, diferencialmente dedicada al lenguaje (Karnath 2009). Un denso cableado neural, incluyendo el fascículo arqueado, interconecta ésta red10, tal como puede verse en el gráfico de la izquierda (nótese la directa conexión entre el lóbulo temporal superior/medio y el lóbulo parietal inferior, indicada como ‘segmento posterior’ en amarillo; Gharabaghi et al. 2009).

En vista de los datos a la fecha, el lóbulo temporal superior/medio derecho parece tener un papel relevante en la cognición espacial, aún siendo controvertido que sea exclusivamente su base neural y no el lóbulo parietal, como mayormente reconocido. En tanto que la conciencia espacial implicaría entonces una interacción temporal/parietal en el hemisferio derecho, esto se relaciona con las bases neurocognitivas de la ideación religiosa tanto en experiencias místicas como en creencias comunes, tal como vimos arriba que están directamente relacionadas, redundando en la importancia de las simultáneas funciones visuoespaciales, agentivas y emocionales que sostienen tales regiones.

Adicionalmente, Karnath enfoca filogenéticamente las especializaciones hemisféricas que estamos viendo: esta lateralización de la orientación espacial hacia el hemisferio derecho es paralela a la emergencia de una elaborada representación para el lenguaje en la red perisilvánica izquierda. Mientras en humanos la inatención espacial tiende a ser específica de daños a través de esta red perisilvánica en el lado derecho, en monos ambos lados se asocian a las distorsiones de la exploración/orientación espacial (Karnath 2009 p. 12). En este punto es sugestivo recordar la expansión volumétrica temporo-parietal y frontolímbica hacia la derecha (ver «Neurociencia de la religión (III): paleoneurología, matemáticas y creencia sobrenatural»), hecho propuesto como rasgo distintivo de la encefalización humana, en tanto que este patrón neuroevolutivamente reciente se asocia a una mayor conectividad y especialización funcional dentro de tales lóbulos.

En consecuencia, es plausible ver la especialización temporo-parieto-frontal perisilvánica del hemisferio derecho en cognición espacial e hipersensibilidad agentivo-emocional (mientras que su homólogo izquierdo en lenguaje) como el sustrato primario de la automática propensión del cerebro humano por representar el mundo externo con un sentido fuertemente social. Una de las consecuencias es que un espacio externo donde las relaciones entre los objetos que lo componen pueden ser mecánicamente aprehendidas como continentes de «mensajes» y aún de significado emocional, es la raíz del pensamiento mágico y la ideación sobrenatural.

Conclusión: un derrame cerebral místico

Se ha mostrado el papel crítico del lóbulo temporal derecho en cuanto al aspecto agentivo-emocional de la religión, comprendiendo creencias populares específicas y experiencias inusuales. Entre tanto es necesario notar que el lóbulo temporal superior derecho es también el basamento de la cognición espacial. Por otro lado, el aspecto emocional implicado en las experiencias religiosas es modulable por un amplio y diverso número de estímulos, p.ej. la música (Miller & Strongman 2002), la danza (LaMothe 2005), los enteógenos (ver «Neurociencia de la religión (IV): el papel de la serotonina») y sobretodo el ritual (Boyer 2003 p. 121 Box 1), que muchas veces aglutina todos los estímulos mencionados. Evidentemente, existe un complejo componente contextual/ambiental con el cual el cerebro interactúa, siendo tal interacción lo que elicita los estados alterados de conciencia cuando no hablamos de factores patológicos sobre-determinando los mismos. Es decir, los ya de por sí diversos cuadros neurocognitivos disfuncionales aquí asociados, p.ej. epilepsia del lóbulo temporal/psicosis ya vistos, depresión (Cavenar & Spaulding 1977; Raab 2007) o derrame cerebral (el caso de la neuroanatomista J.B. Taylor, ver videoconferencia subtitulada abajo), conforman juntos uno de varios factores causales, en este caso estrictamente neural, de tales estados cerebromentales, siendo que en personas normales y sanas, religiosas e incluso irreligiosas, se pueden inducir experiencias religiosas empleado los otros estímulos.


El caso de la «desconexión» del hemisferio izquierdo de la Dra. J.B. Taylor debido a un derrame cerebral en el área del lenguaje es elocuente, sobretodo en el notorio parecido de los efectos de la «liberación» de su hemisferio derecho, como sus extrañas sensaciones espaciotemporales y profunda emotividad, con las experiencias religiosas más intensas. Más allá de posible exageración o confusión narrativa (Mitchell 2009) y viendo la cicatriz de su cirugía, el área de daño en el lóbulo temporal izquierdo y sobretodo el subsecuente funcionamiento del lóbulo temporal derecho como sustrato único de la conciencia en esta parte del cerebro, coincide con los datos «neuroteológicos». El progresivo deterioro del habla y la lectura evidencia el daño en áreas adyacentes vinculadas al lenguaje en los lóbulos temporal, parietal y frontal. En consecuencia y como era de esperarse, al aislarse las funciones de áreas como la junción temporoparietal (cf. Arzy et al. 2006), se produjo además una percepción anómala del yo, como hipotetizado por Persinger. Simultáneamente, el aislamiento funcional del lóbulo temporal derecho de su contraparte izquierda, condujo a un fuerte sentido emocional de la experiencia, hecho que apoya la hipótesis de Ramachandran.

Los datos «neuroteológicos» de Persinger, Ramachandran y Beauregard & Paquette pueden alinearse respecto al papel del lóbulo temporal inferior y medial del hemisferio derecho, en la experiencia religiosa. Un marco de análisis cognitivo, como el empleado por Kapogiannis et al. (o como el hipotetizado por Boyer 2003) para explorar las bases neurales de las creencias religiosas comunes respecto a Dios, permite elaborar un modelo neurocognitivo que explique de modo global tanto las creencias religiosas comunes como las experiencias místicas estudiadas por la «neuroteología». De hecho, ambos aspectos de la religión interactúan para formar y hacer prevalecer las tradiciones religiosas (Boyer 2003 p. 121 Box 1); o bien las experiencias místicas consituirían un continuum con las experiencias diarias (McNamara, The Neurology of religious experience, Volumen 1, Greenwood Publishing Group, 2006, p. 89, citando a Newberg et al. 2001 y discutiendo al respecto). Este modelo se basa en el funcionamiento de una amplia red de circuitos del ‘cerebro social’, en detrimento de la sugerencia de un área cerebral exclusiva, el «punto Dios». Aún así, la sensación de presencia extraña inducida por Persinger resulta ser específica a los sistemas de agencia, reconocimiento corporal/facial y cognición espacial, en áreas precisas en los lóbulos temporal y parietal del cerebro. En un siguiente artículo se verá el papel del lóbulo parietal en aspectos agentivo-espaciales de la experiencia religiosa.



Notas:

↑ 1. En diferentes ocasiones estamos notando la relación entre algunos aspectos de la religión, como en este caso las experiencias religiosas, y algunos trastornos como la esquizofrenia o la epilepsia del lóbulo temporal (ver «¿Existe la Predisposición Genética a ser Religioso?»). Incluso tal relación estructura una hipótesis sobre el origen de la religión. Luego de todo esto parece quedar poco claro si existen diferencias entre religión y psicosis, sin embargo una de las diferencias fundamentales son los estados de placer/displacer directamente asociados. Así, el referido estudio de Peters et al. encontró que sus sujetos religiosos (Hare Krishnas y druidas) «estuvieron significantemente menos estresados y preocupados por sus experiencias» que los pacientes psicóticos con los que fueron comparados. Hay pues un contraste con el sufrimiento y los efectos displacenteros de similares experiencias en la esquizofrenia, entre otras diferencias.

↑ 2. Véase por ejemplo este análisis crítico publicado en la revista filosófica Catoblepas (2004).

↑ 3. El profesor de Radiología y Psiquiatría en la Universidad de Pensilvania Andrew Newberg, quizás la mayor autoridad en «neuroteología» e incluido en el filme cómico/pro-ateísta Religulous (2008; ver trailer en Youtube), paradójicamente, comentó en agosto de 2009 para Reuters (ver traducción y discusión en nuestro foro) respecto a las neuroimágenes en vivo de la experiencia divina: «Puede que sólo sea el cerebro el que lo haga, pero bien pudiera ser el cerebro recibiendo el fenómeno espiritual».

↑ 4. «Se hipotetiza que las experiencias místicas y religiosas son evocadas por fugaces micro-ataques eléctricos dentro de las profundas estructuras del lóbulo temporal. Aunque los detalles de la experiencia se ven afectados por el contexto y el refuerzo histórico, los temas básicos reflejan la inclusión de las diferentes estructuras amígdalo–hipocámpicas y corticales adyacentes. Mientras la coherencia eléctrica inusual permite el acceso a las memorias infantiles de los padres, una fuente de buenas expectativas, la estimulación específica evoca experiencias extracorporales, distorsiones espaciotemporales, intenso sentido de totalidad, y escenas de ensueño. Las específicas similitudes en las propiedades del lóbulo temporal, realzan la homogeneidad de las experiencias interculturales. Ellas existen a lo largo de un continuum que va desde las “elevadas mañanas” [early morning highs] hasta los recurrentes asaltos de conversión y religiosidad dominante. Los factores predisponentes son cualquier factor genético o bioquímico que produce labilidad del lóbulo temporal. Una variedad de estímulos desencadenantes provocan estas experiencias, pero las crisis personales y las condiciones del lecho de muerte son las óptimas.» (Persinger 1983)

↑ 5. En este contexto de investigación será interesante mencionar que sobre varias figuras religiosas históricas, se ha especulado con la epilepsia del lóbulo temporal derecho como explicación de sus experiencias místicas.

↑ 6. «No encontramos evidencia de ningún efecto de los campos magnéticos, ninguno en el grupo entero [de los sujetos experimentados], ni en los individuos altamente sugestionables. Como los rasgos de personalidad significantemente predijeron los resultados, la sugestibilidad puede explicar los efectos previamente reportados. Nuestros resultados cuestionan fuertemente las alegaciones anteriores sobre los efectos empíricos de los campos magnéticos débiles.» (Granqvist et al. 2005)

↑ 7. De hecho, las experiencias religiosas o místicas conforman todas un elemento constitutivo de cualquier religión, entre otros, como la moral religiosa, los eventos/circunstancias sagradas, el ritual público o los objetos materiales asociados como estatuas, amuletos o libros sagrados (ver «Explicar la religión: una clave para entender lo humano. Una definición científicamente operativa»; cf. Boyer & Bergstrom 2008 p. 111; Alcorta & Sosis 2005 p. 3; Atran & Norenzayan 2004 p. 713). Cabe agregar que, siendo que cada elemento tiene similar importancia, no todos están presentes en todas las religiones (Boyer & Bergstrom 2008 p. 111).

↑ 8. «En la Condición mística, se les pidió a los sujetos que recordaran y revivieran (ojos cerrados) la más intensa experiencia mística sentida en sus vidas como miembros de la Orden Carmelita. Esta estrategia fue adoptada dado que las monjas nos dijeron antes de iniciar el estudio que "Dios no puede ser invocado a voluntad". En la Condición de Control, se pidió a los sujetos recordar y revivir (ojos cerrados) el más intenso estado de unión con otro humano sentido en sus vidas mientras estuvieron asociadas a la Orden Carmelita.» (Beauregard & Paquette 2006 p. 187) Los autores reconocen esta condición mística como limitada por el hecho de que se trata de un recuerdo, sin embargo comentan que esto no les representa mayor problema, porque según ellos «los datos fenomenológicos indican que los sujetos realmente experimentaron experiencias místicas genuinas durante la Condición Mística. Estas experiencias místicas fueron sentidas subjetivamente diferente de aquellas usadas para auto inducir un estado místico.» (ibid. p. 189)

↑ 9. «Nuestro actual entendimiento de la conducta espacial y la función del lóbulo parietal se basa fundamentalmente en la creencia de que la desatención espacial [spatial neglect] en humanos (la falta de conciencia del espacio en el lado del cuerpo contralateral a una lesión cerebral), está típicamente asociada con las lesiones del lóbulo parietal posterior. Sin embargo, en monos, este trastorno es observado posterior a las lesiones del córtex temporal superior, una desconcertante discrepancia entre las especies. Aquí mostramos que, contrario a la opinión ampliamente aceptada, la corteza temporal superior es el substrato neural de la inatención espacial en humanos, como lo es en monos (…)» (Karnath et al. 2001).

↑ 10. El lado izquierdo de esta red está ampliamente establecido como el sustrato neural del lenguaje (cf. Pérez, Psicobiologia II, Edicions Universitat Barcelona, 1998, p. 210-215).


http://humanismonaturalistacientifico.blogspot.com/2009/11/neurociencia-de-la-religion-vi-el-papel.html

La nueva ciencia

La ciencia está avanzando de manera vertiginosa en terrenos donde escasamente años atrás sólo se podía suponer o dibujar en el plano de la ficción.

Éstos avances unidos a las nuevas tecnologías están permitiendo a los científicos conocer y descifrar un poco más, la manera en la que trabaja nuestro cerebro y de cómo este procesa la información que nos conecta con el mundo exterior


Debemos de tener en cuenta que la neurociencia es una rama de la ciencia totalmente joven y que muy pocos años ha conseguido dar respuesta al porqué de muchos de los enigmas que hay en el interior de nuestro cráneo.

¿Es posible que una máquina conectada a nuestro cerebro pueda exponer en la pantalla de un ordenador lo que estamos pensando o lo que nuestros ojos han captado?, ¿podrían en un futuro medio las personas invidentes “recobrar” la visión?…







http://www.youtube.com/watch?v=Uc240jQlOTs




La Neurociencia Visual.


Los humanos, como muchos otros mamíferos, somos animales fundamentalmente visuales. El sistema visual de nuestro cerebro, por lo tanto, realiza una tarea con una gran relevancia y no exenta de complicaciones: crea, en tiempo real, una representación interna del mundo exterior que es utilizada por otras partes del cerebro para guiar nuestro comportamiento. Pero, realmente, ¿cómo vemos? ¿cómo realiza este sistema neuronal su trabajo? La explicación más sencilla es la que propone que la información visual se analiza en una serie de pasos sucesivos que comienzan en la retina y continúan en distintas áreas corticales.

Como resultado, la información captada por los aproximadamente 105 millones de fotorreceptores que tapizan el fondo de cada ojo se moldea continuamente en una combinación compleja de puntos y líneas de diferentes orientaciones y curvaturas definidas, a su vez, por diferencias en contraste local, color, curso temporal, profundidad, movimiento, etc. Al final, y mediante procesos en su mayor parte desconocidos, estos elementos básicos de la imagen se combinan originando nuestra experiencia perceptiva (nuestra “visión”) de cada objeto individual de la escena visual.



En el laboratorio queremos descubrir cuáles son los mecanismos sinápticos y los circuitos neuronales responsables de las primeras etapas de percepción y procesamiento visual. En concreto, nuestro trabajo tiene un objetivo principal: determinar la estructura sináptica del circuito tálamo-cortical a nivel funcional que, por su relevancia, representa uno de los desafíos más atractivos de la neurociencia de sistemas en la actualidad.

Además, como la visión es el más accesible y estudiado de nuestros sentidos, utilizamos nuestros resultados sobre el tálamo y la corteza visual primaria para proponer modelos teóricos (conceptuales y computacionales) de la organización funcional del tálamo y la corteza cerebral en general.

Por último, una mejor comprensión del sistema visual nos ayudará en un futuro a desarrollar prótesis para guiar “visualmente” a personas ciegas y, a más corto plazo, a mejorar los instrumentos informáticos empleados actualmente en tareas de reconocimiento de objetos, como caras u otros patrones.





En nuestro afán por buscar siempre respuestas al mundo que nos rodea, hemos contactado con uno de los más importantes Neurocientíficos de nuestro país, Luis Martínez, el cual pertenecen al prestigioso equipo de investigación del Instituto de neurociencias de Alicante.

Como mayor responsable del departamento de investigación nos ha dado una visión pormenorizada de los avances increíbles que se han realizado en este terreno. Luis Martínez, asegura con la debida prudencia que muy pronto la ciencia podrá dar respuestas y soluciones a muchas enfermedades de las que hoy no tienen cura.

“ Podemos decir Alejandro que nuestro cerebro es una gran incógnita china de respuestas eléctricas que nos conducen a otros terrenos que antes desconocíamos. Quizás algún día podamos decir qué es eso llamado consciencia y porque en los seres humanos actuamos de esta forma en el mundo…”

Una velada científica donde hemos aprendido algo más sobre este inquietante terreno de la ciencia.

Especiales gracias a Luis Martínez y a todo el equipo de investigación del Instituto de neurociencias de Alicante los cuales han recibido a este programa con los brazos abiertos.



1

Personalmente yo si creo que en un futuro gracias a la ciencia y a la tecnología se podría llegar llegar a recobrar la vista de una persona invidente , la tecnología junto con la ciencia avanzan de la mano diría yo al igual que la medicina , esos 3 gremios son hiper necesarios para la humanidad , ojala llegue el día en que cualquier tipo de cáncer o el mismo sida tengan una cura , hace tiempo leía un reportaje sobre los “nano robots” que introduciendolos en el cuerpo podrían a llegar a reparar células dañadas en el cuerpo con mucha precisión , pero como siempre se especula … esperemos que toda esa tecnología no se revele nunca contra el hombre

Audios neurociencia

viernes

INICIO DE MANEJO DEL TECLADO

mapa-conceptual


http://disenoypresentaciones.blogspot.com/2009/11/mapa-conceptual-denisse-mendoza.html

MAPA CONCEPTUAL DE LOS COMPUESTOS ORGANICOS Y SUS PROPIEDADES


http://quimicafundamentos.blogspot.com/2009/11/mapa-conceptual-de-los-compuestos.html

El cantautor vuelve a estar satisfecho con las 12 nuevas canciones

"Entre mis terrores y pesadillas está subir al escenario. Sueño que me subo y estoy en 'bolas' sin saberme la letra de ninguna canción", dijo el cantautor que este martes estrena su nuevo disco, “Vinagre y rosas”.
El cantautor vuelve a estar satisfecho con las 12 nuevas canciones que se incluyen en este trabajo, un mano a mano escrito con la colaboración de Benjamín Prado.

Pero ahora, los miedos, son otros. "Entre mis terrores y pesadillas está subir al escenario. Sueño que me subo y estoy en 'bolas' sin saberme la letra de ninguna canción", confesó este jueves el músico, que publica nuevo trabajo tras cuatro años de silencio (su anterior CD fue “Alivio de luto”). El artista presentará este trabajo en una gira de año y medio, que comenzará el día 20 en Salamanca y con la que recalará "por primera y última vez" en el Madison Square Garden.

La última experiencia con una gira de directos la protagonizó junto a Joan Manuel Serrat en 2007. "El lado bueno es que ahora no tendré que darle la mitad de lo que gane a un catalán", bromeó Sabina, que se enfrentará al escenario "solo bajo el foco, sin Serrat". "Cada vez tengo más respeto al escenario, pienso si podré aguantar la gira... Quizá es exceso de responsabilidad", declaró en una nota que publica hoy el portal de Europa Press.

Más que a estar delante de 45.000 personas en cualquiera de los macroconciertos en Hispanoamérica (que visitará tras la gira en España, a partir de enero de 2010), Sabina teme, por ejemplo, cantar de nuevo en la Plaza de Toros de Las Ventas. "Va a ser la última gira grande, me despido de ese público y luego cantaré en teatros y clubs", anunció.

Muchos de sus amigos y colegas aseguran que en Vinagre y rosas está "el mejor Sabina", pero el cantante y compositor le quita importancia, aunque reconoce que el público sí está "ante el Sabina más saludable". "No sé si es el mejor Sabina, pero sí sé que estoy cerca de saber si son canciones guapas o feas, porque no me dan vergüenza", confesó un músico que siempre ha considerado que el fin de escribir una canción es el querer conquistar a una mujer. "Y a veces sirven".

La mejor canción, para Sabina, es aquella que "se acerca a lo que has soñado, cuando las haces como si fueran las que te gustaría oír en la voz de Leonard Cohen o Chavela Vargas", explicó.

Memoria

Fue probado por un equipo de cintíficos holandeses en 20 personas. El propranolol, utilizado también para tratar la hipertensión, borra los recuerdos relacionados con el miedo y permitiría tratar las fobias.

El mecanismo es simple, sólo se debe administrar al paciente una dosis de propranolol, un beta-bloqueante empleado en el tratamiento de la hipertensión, antes de la evocación del recuerdo, según el diario español elmundo.es.

Este sencillo gesto 'rompe' el proceso de reconsolidación de la memoria y ésta desaparece o permanece en el olvido y no alcanzamos a recordarla.

La ciencia descubrió que durante los primeros compases de formación de un recuerdo era posible actuar sobre ellos y hacerlos desaparecer.

Durante años, se creyó, sin embargo, que los recuerdos ya consolidados en la memoria eran inamovibles. Pero pronto numerosas investigaciones realizadas en animales dieron con su talón de Aquiles: la reconsolidación.

Cada vez que se evoca una determinada memoria, ésta puede ser modificada y, por tanto, eliminada. Ahí fue donde centraron sus esfuerzos los especialistas en la materia.

Merel Kindt y sus colegas del Departamento de Psicología Clínica de la Universidad de Amsterdam decidieron realizar las prácticas con seres humanos, lo que otros habían llevado a cabo en animales.

Cuarenta sujetos se prestaron para el ensayo que borraría de sus mentes un recuerdo que se les había creado mediante un sencillo ejercicio de condicionamiento del miedo (mostrándoles fotos de arañas acompañadas o no de un estímulo 'doloroso').

Un día después de la adquisición de ese miedo, la mitad de los participantes recibió un placebo y la otra una dosis de 40 mg de propranolol y se dispusieron para la reactivación del recuerdo.

Veinticuatro horas más tarde, aquellos que habían tomado el fármaco no mostraron reacción de miedo frente al estímulo (en este caso, las imágenes de arañas) en contra de lo que ocurría en el grupo del placebo.

Sencillamente, no tenían miedo a las imágenes porque no recordaban que debían tenerlo.

"Un resultado muy prometedor para el tratamiento de memorias intrusivas [aquellas persistentes e indeseadas] tales como las que suceden en el síndrome de estrés postraumático", explicó Joseph LeDoux, catedrático de Neurociencia y Psicología en la Universidad de Nueva York, uno de los máximos exponentes en este campo.

El propranolol, un fármaco consumido por millones de hipertensos en el mundo, actúa sobre los receptores beta-adrenérgicos de la amígdala (estructura cerebral relacionada con el aprendizaje emocional y la modulación de la memoria) durante el procesamiento de información emocional.

Es posible, se aventuran los autores en las páginas de la revista 'Nature Neuroscience', que "interrumpa la síntesis de proteínas de la memoria amigdalar del miedo, provocando la alteración de ese recuerdo".

Para Merel Kindt, "estos hallazgos muestran que podremos desarrollar técnicas capaces de reducir permanentemente miedos como los del estrés postraumático, fobias y otros trastornos de ansiedad", declaró.

Su trabajo es "una extensión muy importante a los seres humanos de los trabajos realizados en animales por mi laboratorio", en palabras de LeDoux, que han servido para establecer las nociones básicas de estos estudios y en los que se basa buena parte del resto de investigaciones.



http://palermonline.com.ar/noticias_2009/noticia_662_sabina1.htm

El todo denso y la parte sutil

El post anterior donde abordé qué es lo que enfermaba en la esquizofrenia terminaba de este modo:

El enigma que plantea la esquizofrenia del mismo modo que el resto de las enfermedades mentales es cómo se relacionan las partes con el todo, algo que en cierta forma abordé en el post anterior. ¿Qué relaciones mantiene el cerebro con su mente, el sistema endocrino y con el sistema inmunológico?

Cada vez parecen haber más indicios de que la parte está en el todo y que el todo está en la parte. Lo que significa que lo mental está en cualquier tejido del cuerpo donde existe plegada una mente diminuta y que paralelamente con esta idea lo material está plegado en alguna forma en ese ente intangible que es la mente.

Pero para entender mejor qué significa esta idea de que la parte está en el todo deberemos emprender un pequeño repaso de qué cosa y qué diferencias existen entre información, energia y materia, pues entre una y otra existe un salto cualitativo que sólo puede ser entendido a través de los gradientes de energia.

La materia es energía densa y todo el mundo está de acuerdo en qué cosa es pues nos llega de forma directa a través de los órganos de los sentidos, nuestro cerebro evolucionó para apresar aquella realidad que nos es útil para la supervivencia y en este sentido nadie tiene ninguna duda de que la realidad percibida es la realidad-real, a pesar de que esta idea es ilusoria en el sentido de que nuestra plasticidad cerebral puede llevarnos a contemplar la realidad de una forma bastante diferente a como la perciben los demás.

La realidad en este sentido es un consenso de opinión . Y el consenso de opinión es que la materia es algo a lo que podemos meter el dedo, un hallazgo axiomático que no precisa demostración, yo sé que tengo un cuerpo y sé que usted tiene un cuerpo, a eso le llamamos realidad objetiva pues es realmente objetiva desde nuestro aparato perceptual.

Algo así como que: “ocupo un lugar en el espacio luego existo”.

Pero en realidad lo que somos es un vacío muy parecido al del cosmos y que entre un átomo de nuestro higado y un átomo de nuestro riñón hay una distancia interestelar. Somos un vacío, si pero un vacío con conciencia, una conciencia que rellena ese vacio y que percibe su cuerpo como una masa densa, organizada y homogénea de músculos, huesos y órganos, dejémoslo asi, eso es el plano material denso.

Superpuesto con él existe otro plano que he llamado en otro lugar un cuerpo energético que desborda al material denso de los forenses y de los cirujanos, es un cuerpo que no podemos ver aunque si medir con ciertos instrumentos y que abordamos con alguna técnicas como por ejemplo la acupuntura.

Existe otro dominio mucho más sutil que es el plano emocional y que muchas personas identifican con el anterior, lo importante desde mi punto de vista es entender que el plano emocional es absolutamente energético y no material. Es el cuerpo que duele sin razón, la diarrea sin lesión, el cólico sin piedras, el pensamiento fugitivo, etc. En realidad un trastorno energético es la primera fase de una enfermedad que aun no se ha manifestado y que no podemos saber si se manifestará. El plano emocional coincide con algo que siempre se ha llamado en medicina, lo psicosomático, esto es la influencia de lo psíquico en el cuerpo, algo que tampoco necesita demostración.


que podemos resumir en este axioma pseudocartesiano “pienso (o siento) luego existo.

Lo cierto es que en la medicina actual fuertemente presidida por el dogma materialista duro existe un cierto horror a la palabra “energético” que parece aludir a algo esotérico y raro. Las mismas personas que tienen pavor a esta palabra sin embargo son usuarios de redes wi-fi, de electricidad, de radios o de televisores y están dispuestas a creer que este tipo de aparatos funcionan a través de ondas que son invisibles y que son inmateriales. Bien, pues lo mismo sucede en nuestro cuerpo, no todo puede verse y muchas de estas energias solo pueden deducirse por tratarse de longitudes de onda pequeñas.

Con lo mental pasa otro tanto parecido, todo el mundo sabe que tiene una mente, que los demás tienen una mente y asi y todo se niegan a considerar que la mente es el plano más sutil de la materia. La mente es aun más sutil que el cuerpo emocional y es el interface que nos relaciona con el medio ambiente: su función -la de la mente- es operar con una forma de energia aun más invisible, la mente trata con la información.

Y la información es una forma de energía estática y no degradable. Es como los virus, no está ni viva ni muerta, ni pertenece al reino vegetal ni al animal, una especie de conjunto de instrucciones rodeadas de una cápsula que se inactivan cuando están en la intemperie y que solo se activan y -se convierten en energia- cuando penetran a través de nuestro sistema perceptivo en el cerebro o en nuestro cuerpo. La información tiene por eso forma aunque es una forma inactiva de energía y es por eso que se le parece mucho a lo que Sheldrake llamó campos morfogenéticos aunque lo más importante de la información es que al relacionarse con una mente se desdobla en dos contenidos que son el significado y el sentido.


Esta es pues la función de la información: proporcionar sentido y significado al mundo de modo que podria responder a este axioma “soy lo que resuena conmigo”.

En realidad el mundo es algo neutral, algo que esta ahi y que sólo informa en tanto en cuanto hay algo en mi mente que resuena con él, y lo que suele resonar con mas frecuencia y por razones evolutivas son las amenazas a la supervivencia, es por eso que la visión de un depredador desencadena una cascada de reacciones mentales, emocionales y fisicas que conocemos con el nombre de fight or flight (lucha-huida), probablemente la manera de reaccionar más primitiva que existe en nuestro repertorio de respuestas.

La información es pues la parte que hemos de integrar en el todo material de nuestro cuerpo y se introduce a través de la mente y a través de los órganos de los sentidos para convertirse en energia y en movimiento, asi como en una cascada nerviosa , endocrina e inmunológica que prepara al organismo a través de las hormonas de estrés para la reparación de las heridas previsibles en un conflicto fight or flight. ¿Pero qué sucederia si la visión de un depredador fuera irrelevante para nuestra mente? ¿qué sucederia sin nos mostráramos indiferentes a su presencia?

Lo cierto es que la fiera se nos comería y nuestros dias habrían terminado pero si pongo este ejemplo de “indiferencia frente al depredador” es para explicar que el significado y el sentido de algo externo tiene algunas posibilidades de averia porque “la amenaza” no se encuentra entre sus propiedades en sí sino que es algo generado por parte del observador, para un gusano es poco probable que un león represente una amenaza, pero para un humano el león es amenazante, lo que sugiere que la realidad externa está constituida segun niveles de definición o lo que es lo mismo: los sentidos y significados atribuidos a algo externo coevolucionaron con la capacidad de nuestra mente de construir un significado de amenaza a algo.

Es por eso que podemos elegir significados y sentidos a la carta, por ejemplo podemos hacernos indiferentes a algo, podemos repudiar determinados sentidos o significantes, podemos prestar más atención a unos significados frente a otros: dicho de otra manera, nuestra mente es un interface pero tambien un filtro que podemos obturar o abrir a voluntad como un diafragma óptico accediendo a sentidos y significados concretos y especiales para cada uno de nosotros.

Una vez dentro del cuerpo el sentido y/o significado -como los virus- se transforman en energia, es decir en emoción: alegria, ira, miedo, envidia, celos, etc y pone en marcha circuitos cerebrales destinados al movimiento y a la acción, tenemos ya entrada en el baile de moléculas que alimentará nuestra motivación, nuestro deseo o nuestra búsqueda.

El destino de la información -que es energia sutil- es transformarse en energia menos sutil y más tarde en materia (energia densa), siguiendo el destino de la entropía, el destino de la información es precipitar en lo que en fisica se llama estado sólido. Las experiencias mentales si son los suficientemente intensas tienden a precipitar, a coagular y a retener con ellas un montón de energia que usualmente llamamos quistes mentales, no se trata de una metáfora, existen quistes mentales como por ejemplo sucede en los traumas psíquicos que sólo pueden removerse a traves de su licuación, algo que solemos hacer a través -otra vez de la mente- hablando y reviviendo el trauma, es la posibilidad de resignificarlo. Tambien podemos hacerlo a través de terapias corporales, pero no voy a detenerme ahora en esta cuestión sino para recordar que ciertos recuerdos parecen estar mas anclados en la memoria que otros, usualmente los antiguos, los que sucedieron en la infancia: aquella época donde eramos tan plásticos y por tanto tan vulnerables, hay recuerdos de la infancia que son verdaderos quistes (los traumas) pero hay otros que sin ser traumáticos tambien se conservan con buenas raices y no los olvidamos nunca, sin embargo otros recuerdos carecen de fijeza como todo el mundo puede experimentar con lo vivido por él mismo.

Sucede porque en el momento en que grabamos aquellas experiencias nuestra mente se encontraba con su diafragma en un estado de máxima apertura y dotábamos a la experiencia de un intenso sentido y significado, es por ello que se grabó “a sangre y fuego”, la información se solidificó en materia y es por eso que determinadas experiencias se comportan como traumas sin serlo, simplemente conparten con ellos el estado sólido y probablemente la retención excesiva de energia, por eso nos vuelven usualmente durante esos sueños repetitivos que sin ser pesadillas nos abruman en algunas épocas de nuestra vida cuando algo en la realidad externa les hace resonar.

Pues la función del sueño es licuar ese quiste, cosa que hacemos repetidamente hasta que logramos desprendernos de las cargas que están en exceso y es por eso que los sueños se repiten pero no de la misma manera, el sueño se torsiona de mil formas para intentar proporcionar al soñante una experiencia diversa a fin de que sea por fin evacuada, es decir transformada en pensamiento, imagen mental, narrativa, es decir otra vez en información.

El sueño repetitivo es la parte del todo que es el quiste -la experiencia solidificada- y se pone del derecho y del revés a fin de mostrarnos todos sus flancos, hasta que desaparece.

Una idea bastante frecuente es que pensemos que el cerebro es esa masa gelatinosa que tenemos en el cráneo, es cierto pero el cerebro no termina ahi: se extiende por todo el cuerpo, si bien las prestaciones que podemos esperar de esas otras mentes son mucho menores que las atribuibles al cerebro de arriba. Por ejemplo nadie piensa que podemos pensar con las tripas y que nuestro intestino y en realidad todo nuestro aparato digestivo contiene casi los mismos neurotransmisores que podemos encontrar en nuestro cerebro. Estos mensajeros químicos se encuentran distribuidos por todo el cuerpo y tienen una enorme importancia en lo que entendemos como cerebro emocional.

Lo cierto es que si usted trata de resolver un problema de matemáticas le recomiendo que lo haga con su cerebro y no con su intestino grueso, la razón de este consejo es que su cerebro a pesar de tener los mismos neurotrasnmisores que su intestino tiene prestaciones que su intestino no podrá brindarle.

Y eso es precisamente lo que hacen los pacientes psicosomáticos: tratar un dilema emocional con órganos distintos al cerebro, no piensan, no mentalizan su problema sino que los derivan a su cuerpo y mientras son energia los sufren para más tarde transformarlos en sólidos y dar lugar a una enfermedad objetiva.

El tránsito de solido a energia y de energia a información es pues un camino cíclico, un camino que se puede andar del derecho y del revés.



Sucede porque algunas personas tienen una mente repudiadora y son incapaces de leer sus emociones, algo que se conoce con el nombre de alexitimia, un sintoma descrito por Peter Sifneos en 1972 y que consiste en la incapacidad para enterarse de lo que a uno le perturba, este tipo de personas lo que suelen hacer con sus estados emocionales es desplazarlos al polo fisico. La somatización es una negativa -un repudio- a saber qué es lo que a uno le preocupa y es el embrión de lo que organizará en torno a sí una enfermedad fisica, material y objetiva. El núcleo de la somatización es este desplazamiento de algo que deberia haber sido tratado por la mente o por el cerebro y que es desplazado hacia una víscera con mente -a través de los nervios- pero sin inteligencia.

Nuestro cerebro emocional trata con energía y con entradas informativas y no con los estados sólidos, es un interface entre la información y la materia pero algunas personas son bastante torpes a la hora de lidiar con emociones perfectamente reconocibles para otros, son los enfermos condenados a distintos disturbios psicosomáticos.

Tratan la parte como si fuera el Todo y se enferman materialmente o en el mejor de los casos sólo energéticamente.

En cualquier caso la forma de librarse de una emoción cualquiera es reconvertirla en información y es interesante subrayar que eso es precisamente lo que hacemos cuando comunicamos lo que nos pasa a otra persona, bien en forma verbal o bien en forma de conducta (acción) y es bueno recordar en este momento que uno de los axiomas de la comunicación es este:

“Es imposible no comunicarse”

Significa que hagamos lo que hagamos siempre estamos comunicando algo si bien esta comunicación puede ser bastante ambigüa respecto a lo que informa. La forma más “digital” y exacta a la hora de expresar algo es a través del lenguaje lo cual no significa que el lenguaje sea la única forma o la más eficaz de expresar cualquier cosa. Por ejemplo un abrazo informa mejor de una emoción que una palabra precisamente porque las emociones son preverbales y aunque contienen información no se traducen directamente a palabras.

En otro orden de cosas los rasgos de personalidad son tambien quistes o nudos similares a los que forman los traumas y los recuerdos antiguos. El rasgo patológico de personalidad operaria como un patrón traumático que cristaliza atrayendo hacia si una cantidad de energia similar al trauma propiamente dicho y podria definirse como un atractor fractal, o un creodo en terminos matemáticos. Se definiria como un estado de rigidez perceptual, cognitiva, emocional y conductual que atraparia en sí los tres niveles: el informativo, el emocional y el material. Un rasgo de personalidad patológico es pues como un cristal o como un quiste que atrapa energia y que tiene como objetivo homogeneizar la experiencia aun a base de hacerla predecible, rutinaria.

“Siempre asi y sólo asi” podria ser el eslogan del rasgo patológico de la personalidad.

Los rasgos patológicos de personalidad -sin embargo- tienen la caracteristica de contribuir a construir irracionalidades en la percepción o interpretación del mundo a través de ese secuestro de energia que entorpece la experiencia mental y el trato con la realidad. Es por eso que su disolución puede seguirse de verdaderas catástrofes psiquicas o somáticas puesto que la energia retenida buscara fluir bien a través de la materia o bien a través de los railes de energia emocionales causando verdaderos problemas que conocemos con el nombre de crisis emocionales: el cuerpo parece haberse vuelto loco, la mente se mantiene cuerda y los médicos no encuentran razones objetivas que justifiquen el malestar. La disipación de la energia de un rasgo o nudo de la personalidad es tan tempestuosa como el acceso de un trauma a la conciencia y va seguida de fenómenos inusuales donde parece traslucirse que un enorme tirabuzón o vórtice de energia escapa del cuerpo. Nos desprendemos del trauma no sólo a través de las palabras sino muchas veces lo hacemos a través de los canales o meridianos de energia y a través de fenomenos inefables.



Una de las prestaciones más importantes de nuestro cerebro de arriba si lo comparamos con esos otros cerebros que anidan en nuestras tripas es por ejemplo la capacidad de pensar. Nuestro intestino no piensa pero nuestro cerebro si lo hace. ¿Sabemos qué es un pensamiento?

Mucha gente cree que los pensamientos son el producto de la cooperación entre las neuronas, una especie de subproducto de muchas neuronas trabajando en paralelo. Esta idea es falsa, en cierta parte y verdadera en otra.

Es evidente que sin la complejidad neuronal asociativa no tendriamos un cerebro pensante pero sin ese salto cuántico que representa el paso de una energia densa (materia) a una energia sutil (pensamiento) no seriamos capaces de pensar nda. Un pensamiento es un quantum de energía (Depack Chopra), pensar es un fenomeno cuántico del mismo modo que lo son los instantes de conciencia que describí aqui en este post que titulé “La teoria microgenética de la conciencia”.

Pensar es además de un fenomeno cuántico tambien un fenomeno mecánico, algo muy parecido a esos fotogramas de los que se componen las películas y que al pasarse con rapidez parece que dejen de ser fotografías y se conviertan en una sucesión de imágenes. Es precisamente asi como percibimos la realidad y los sueños, en movimiento como si fluyeran hacia algun lado. Se trata de una ilusión de nuestros sentidos, y es por eso que para consolidar esa ilusión -el fenomeno phi- que nuestra conciencia inventó el tiempo.

El tiempo es la variable critica -aunque ilusoria- que organiza en un lugar que llamamos conceptualmente el Yo las experiencias pasadas, presentes y las anticipaciones que podemos hacer del futuro y las enrosca haciendo coincidir lo material, lo energético y lo mental proporcionando al sujeto un sentido de continuidad histórica, vivencial y corporal donde reconocemos que somos el mismo de ayer sabiendo al mismo tiempo que algo ha cambiado. El sentido de nuestra identidad procede de esa ilusión necesaria que es el tiempo y que consiste en el rellenado constante que nuestro sistema nervioso central realiza para soldar las experiencias de conciencia que son en realidad cuánticas es decir discontinuas.

Desde el punto de vista mental este flujo del tiempo tiene, a su vez, mucho que ver con la experiencia mental subjetiva, los pacientes ansiosos tienen una experiencia rápida del tiempo y los pacientes deprimidos una mucho más lenta. Del mismo modo la aceleración mental (taquipsiquia) típica de los paciente maníacos o la bradipsiquia de los depresivos son las maneras en que nuestro sistema nervioso agranda o empequeñece el latido entre quantum y quantum tratando de dotar a la experiencia de continuidad.

Los esquizofrénicos por su parte tienen una experiencia de discontinuidad que verbalizan como de despedazamiento, a través de alucinaciones o de fenomenos de robo o imposición del pensamiento. No existe ninguna otra patologia mental donde se pueda observar más nitidamente esta vivencia de discontinuidad, de deshilachamiento como si entre quantum y quantum no hubiera nada, en realidad eso es lo que hay, nada, pero parece que lo normal, lo que hacemos todos es rellenar esos huecos para dotar a nuestra experiencia de continuidad, significado y sentido.

Una continuidad que tiene su reflejo en la continuidad de la energia que recorre nuestro cuerpo desde afuera (información) hasta dentro transformándose en energia y energia densa (materia) y desde dentro hacia afuera en un continuo vaivén.

Es por eso que no podemos hablar de enfermedades mentales o somáticas sino que todas las enfermedades según el estadío en que se encuentren poseen elementos de los tres cuerpos dado que naturalmente estos tres modos de funcionamiento están solapados y si los dividimos es para hacerlos más comprensibles.

Las enfermedades sean mentales o somáticas son todas sistémicas, es decir afectan a los tres planos, la impermeabilidad de uno de ellos tal que impida el tránsito de energia es la responsable de que cristalicen como mentales, psicosomáticas u orgánicas.

Bibliografia.-

Sifneos, PE., The prevalence of alexithimic characteristics in psychosomatic patients. Psychother, Psychosom, 22:255-253, 1973.



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Me encanta esa definición de “vacío con conciencia”
Tras ver los videos de Chopra de su otro blog todo esto se puede seguir mejor, con cierta ilación (sí, es sin “hache” ).
“El cuerpo que duele sin razón”, ah, cuántos dolores hay sin razón física, tangible, y qué bien lo explicaría la realidad energética. Tiene mucha razón, yo también suelo preguntarme por qué esa palabra de “energía” a los esotéricos les suena a científico y a los científicos les suena a esotérica cuando la energía está ahí y ya está, ¿andarán todos ellos disociados?
“Todo el mundo sabe que tiene una mente”, sí, pero ¿por qué pocos se preguntan cómo funciona? ¿por qué no enseñan en el colegio que todo es energía e información?
“la realidad externa está constituida segun niveles de definición” ¿Puedo felicitarle por esta frase? Creo que ahí hay una de las claves de los grandes misterios (tb del del sufrimiento): esa manía de la interpretación y sobre-interpretación de sentidos y significados “a la carta” como dice usted, esos filtros (el color del cristal) que hacen que –como sabe el refranero- no haya peor sordo que el que no quiere oir o que veamos siempre la viga en ojo ajeno y sólo una pajita en el propio.
“nuestra mente es un interface pero tambien un filtro que podemos obturar o abrir a voluntad” Pienso algo así, y lo decía a mi manera en mi post http://neurobudismo.wordpress.com/2009/08/06/enfocando-la-probabilidad/ aunque como sabe pienso que la mente es, más que una interface, un obstáculo, una membrana que a veces afortunadamente se perfora o permeabiliza.
Extraordinarias las ideas vertidas aquí sobre sueños, traumas, recuerdos, quistes diversos y modos de integrarlos en el yo.
En fin, que le veo cruzando fronteras intergalácticas, y para entendernos dejémoslo en felicidades

CLAVES PARA LA EDUCACIÓN: Como aprendemos con nuestro cerebro - Sarah J. Blakmore

Entrevista de Eduard Punset en el programa Redes de TVE -(ciclo 2009)
Eduard Punset: Sarah, hasta ahora sólo teníamos la genética, sabes, cuando nos preguntábamos qué pasaría con la educación. Ahora, la ciencia, la ciencia de la neurología y de la psicología se han unido y nos dicen que no sólo se trata de la genética, que también están las emociones, la dieta… ¡Hay tantas cosas! Bueno, de hecho, si esto es cierto, probablemente podemos hacer algo en relación con la educación, que es bastante mala en los tiempos que corren.
Sarah-J. Blakemore:
Sí, creo que en cierto modo, actualmente, la investigación va en esa dirección. Estamos empezando a ver ciertas consecuencias para la ciencia, para la neurociencia concretamente, aplicables a las políticas y a la práctica educativas. Ahora mismo, es bastante difícil sacar conclusiones porque está claro que es demasiado pronto pero, en el futuro, a medio plazo, la neurociencia tendrá muchas repercusiones en el ámbito educativo.
Eduard Punset: Y, ¿hemos obtenido ya algún descubrimiento que pueda ayudar al ciudadano de a pie? ¿Qué habéis descubierto vosotros?
Sarah-J. Blakemore: Nuestros estudios se centran en ver cómo se desarrolla el cerebro. Es una ciencia realmente nueva; de hecho, sólo existe desde hace unos cinco o diez años, desde que utilizamos tecnología como la neuroimagen -las resonancias magnéticas cerebrales- que nos permiten hacer un escáner del cerebro de una persona viva, para ver cómo se desarrolla éste a lo largo de la vida. Y estos estudios de investigación muestran claramente que el cerebro sigue desarrollándose durante décadas, y una etapa del desarrollo especialmente crucial es la
adolescencia.
Eduard Punset: Y es una crisis para…
Sarah-J. Blakemore: Bueno, lo es. Se ha escrito mucho sobre el tema desde hace siglos pero lo que no sabíamos es por qué la adolescencia representa un período de crisis, de transición cerebral, un período en el que la conciencia de uno mismo, la influencia de los semejantes, la asunción de riesgos, todas estas cosas, cambian. Hace una década, la mayoría lo hubiese asociado con cambios hormonales, pero ahora los estudios de neurociencia están demostrando que no sólo cambian las hormonas sino que, durante este período, también se producen cambios drásticos en el cerebro.
Eduard Punset: Nos dijeron que se producía una extraordinaria poda de neuronas durante la adolescencia.
Sarah-J. Blakemore: Hace unos diez años, se publicó el primer estudio sobre el desarrollo del cerebro basado en una resonancia magnética. Fue la primera prueba de que durante la adolescencia se producen muchas cosas relacionadas con el cerebro y, desde entonces, se han publicado cientos de artículos con muchísimas muestras, miles de niños a los que se les practica una resonancia cerebral cada tantos años y que revelan que hay muchas diferencias entre un cerebro infantil y un cerebro adulto.
PLASTICIDAD CEREBRAL UN NUEVO CONCEPTO:
Eduard Punset: Entonces el nuevo concepto es la plasticidad del cerebro… A diferencia de lo que se pensaba, de que con la edad las neuronas dejaban de crecer. Ahora hemos descubierto que no, que la edad no es un obstáculo y que seguimos aprendiendo y cambiando, de distintas formas pero durante toda la vida, ¿no?
Sarah-J. Blakemore: Sí, sí, es cierto. El desarrollo, los cambios en el número de conexiones celulares y también en la velocidad con la que las células se pueden comunicar… parece que todo va cambiando de forma natural durante décadas, o más incluso; y además, existe otro tipo de plasticidad que surge cada vez que aprendemos algo nuevo: cada vez que aprendemos una palabra nueva o un nuevo rostro, algo cambia en nuestro cerebro, la fuerza de las conexiones entre las células cambia… Y sabemos que podría seguir así para siempre… durante toda la vida.
Eduard Punset: Algo en lo que creímos durante años, como que podíamos estar en una habitación solos y aprender mucho, ahora nos dices que no, que no es cierto, que posiblemente la inteligencia, el desarrollo cerebral necesiten el contacto con otros cerebros. ¿Es cierto?
Sarah-J. Blakemore: Sí… Parte de mi trabajo se centra en el cerebro social, es decir, la complicada red que conecta las regiones cerebrales que se utilizan para que podamos interactuar con otras personas y entenderlas. Parece que las interacciones sociales están ahí desde el principio, desde el nacimiento, son sumamente importantes para el aprendizaje y el desarrollo. Hay estudios en Estados Unidos que demuestran que los bebés aprenden mejor si lo hacen de una persona de carne y hueso que de una pantalla de televisión o de la grabación de una voz en una cinta.
Eduard Punset: De hecho ¿los bebés pueden incluso distinguir entre la voz que procede de una pantalla de televisión y de una persona real?
Sarah-J. Blakemore:
Parece que es así según dicha investigación.
Eduard Punset:
¿Sabes qué me parece muy sorprendente? Pues que los bebés de hasta seis meses de edad puedan distinguir el rostro de un mono del de otro mono y luego pierdan...
Sarah-J. Blakemore:
Pierdan dicha capacidad, sí.
Eduard Punset:
La pierden… ¿Por qué crees que un bebé necesita distinguir la cara de un mono…?
Sarah-J. Blakemore:
No es que los bebés necesiten diferenciar un mono de otro. Lo que ocurre es que cuando nacemos podemos percibir cada sonido y cada rostro, pero perdemos la capacidad de distinguir, por ejemplo, entre rostros y sonidos que no están demasiado presentes en nuestro entorno. Por ejemplo, un bebé, un bebé humano no tendrá que ver rostros de monos, por eso no tiene sentido que invierta mucha energía cerebral en diferenciar las distintas caras de los monos. Y entonces, probablemente, se pierden las conexiones que le permiten procesar lasdiferencias entre estos rostros, mientras que las conexiones restantes, las que le permiten
distinguir entre rostros humanos, se ven reforzadas.
PERIODOS CRITICOS DEL APRENDIZAJE:
Eduard Punset: Una cosa que me fascina, y supongo que a muchos ciudadanos también, es algo que tiene que ver… Bueno, tú lo llamas creo, los períodos críticos del aprendizaje. Por supuesto tenemos los ejemplos terroríficos de dos premios nobeles, no me acuerdo de cómo se llaman…
Sarah-J. Blakemore: Hubel y Wiesel que hicieron experimentos con gatitos. Privaron a los gatos de visión… y los pobres gatitos perdieron el sentido de la vista… En cierto modo, esto demostró que hay etapas críticas para el aprendizaje. ¿Se parecen los humanos a los gatos en este sentido o tienen otros períodos críticos?
Sarah-J. Blakemore:
Bueno, al decirlo así has omitido el final de la historia. Lo que estudios posteriores han demostrado es que se puede obtener cierta recuperación de las funciones, o sea, que si sometemos a un gato que ha perdido el sentido de la vista, que ha perdido un desarrollo normal del córtex visual, a un entrenamiento intensivo… se le puede entrenar cerebralmente para que recupere la vista en condiciones más o menos normales. Es decir, que no deberían interpretarse como períodos críticos en el sentido de que una vez transcurridos ya no hay nada que hacer, sino más bien como períodos sensibles, períodos que son particularmente buenos para adquirir información y desarrollar ciertos aprendizajes.
Eduard Punset: Algo que me fascina de todo esto es ver…., y lo he visto con mis nietas, es la relación entre la palabra escrita, cuando aprenden a escribir, y una pintura o un color. Quiero decir que cuando eran más pequeñas, lógicamente, les resultaba más fácil reconocer una pintura que una palabra escrita pero con la edad, no hay nada que pueda contener la fuerza imperiosa de la palabra escrita, es como un lavado de cerebro. ¿Por qué las palabras se vuelven tan importantes, la lengua escrita frente a otras?
Sarah-J. Blakemore: Creo que una vez has aprendido a leer, no puedes hacer nada para evitarlo. Si ves una palabra que puedes leer, tu cerebro lo procesa aunque sea una desventaja; de ahí que existan estas graciosas tareas que se conocen como las stroop tasks en las que… puedes intentarlo… escribes el nombre de una palabra, por ejemplo, escribes la palabra “azul” pero con tinta verde, y la tarea consiste en nombrar el color de la tinta.
Y eres mucho más lento si el color de la tinta es distinto del color de la palabra porque tu cerebro no puede evitar leer la palabra y esto interfiere con el hecho de nombrar el color azul. Y así se demuestra que la lectura se automatiza cada vez más conforme aprendemos a leer. Cuando aprendemos a leer, no
podemos dejar de hacerlo.
Eduard Punset: Sarah, me han comentado que se podría desarrollar el concepto de plasticidad cerebral, de hecho se podría hacer después de dos o tres experimentos.
Sarah-J. Blakemore: Bueno, uno de los primeros experimentos fue un estudio hecho en Londres sobre los taxistas londinenses, de una de mis colegas en la Universidad de Londres. Allí, para llevar un taxi tienes que saberte no sé cuántos miles de rutas, creo que son unas veinticinco mil rutas... Tienes que aprendértelas todas de memoria. Así que se trata de personas con una memoria espacial prodigiosa. Ella los estudió y se fijó en la estructura y funciones de sus cerebros. Y lo que descubrió fue que, comparado con otros conductores, el hipocampo, que es una parte del cerebro que se encarga de la memoria y del aprendizaje espacial, una parte de éste era mayor en los taxistas comparado con otros conductores. Y el tamaño de esa parte del hipocampo
tenía que ver con el tiempo que habían estado conduciendo taxis, cosa que sugería que realmente el tamaño tenía que ver con la necesidad de moverse por Londres.
Eduard Punset: O sea que, la gente que siga creyendo que no se puede hacer nada, o casi nada, en torno a lo que somos, que tenemos el cerebro que tenemos y punto…, bueno, que vaya cambiando de opinión porque, fíjense, a los taxistas, aquí, en Londres, les ha crecido el hipocampo simplemente a base de memorizar los nombres de las calles. Sarah, y parece que hay otro ejemplo que tiene que ver con…
Sarah-J. Blakemore: Con los músicos… Hay estudios sobre violinistas expertos cuyos cerebros, más concretamente, la parte de sus cerebros que controla el movimiento de los dedos de la mano izquierda, porque utilizan la mano izquierda…
Eduard Punset: Todo está en la parte derecha entonces…
Sarah-J. Blakemore: Sí, el hemisferio derecho es mayor en los violinistas expertos. De hecho, creo que se trató de un descubrimiento especialmente importante para los violinistas que practicaban desde la infancia y menos importante para los violinistas que aprendieron de mayores. Además, actualmente hay estudios muy interesantes sobre las personas que aprenden a hacer malabarismos, que aprenden a hacer juegos malabares con pelotas. Si comparamos el cerebrode personas antes de que hayan aprendido a hacer malabarismos y después de tres meses de aprendizaje, la parte del cerebro que interviene en el procesamiento de los movimientos visuales, el hecho de tener que seguir la trayectoria de la pelota, incrementa el tamaño del cerebro. Y algo interesante es que si dejan de practicar durante tres meses, el cerebro se encoge y vuelve a su estado original. O sea que tiene mucho que ver con este concepto de la plasticidad cerebral. Hay que entrenar el cerebro y seguir practicando porque sino vuelve a donde estaba…
Eduard Punset: Yo solía burlarme de la gente que hace crucigramas en el periódico pero me contestaban: “Es para recordar mejor, para mejorar mi memoria”. ¿Así que de verdad estaban mejorando su memoria…?
Sarah-J. Blakemore:
Sí, bueno, hay muchos estudios sobre ello porque ahora se pueden comprar videojuegos nuevos, como por ejemplo, Brain training, no sé si has oído hablar de ese videojuego. Sin embargo, es un tema polémico porque se trata de saber para qué sirve realizar este tipo de ejercicios: crucigramas, puzles enormes, y este tipo de cosas. Creo que el consenso general, desde un punto de vista neurocientífico, es que entrenarse en este tipo de actividades claramente mejora o cambia la parte del cerebro donde se encuentran esas habilidades. Es
decir, que si haces muchos crucigramas cada vez los harás mejor, y la razón van a ser ciertos cambios cerebrales.. Pero la cuestión es saber si esto tiene un impacto para cualquier otra habilidad.
Eduard Punset:
En las habilidades en general…
Sarah-J. Blakemore:
Sí, si es general. No hay ningún indicio de que así sea y habrá que seguir investigando.
Eduard Punset:
Pero si todo esto de lo que estamos hablando contiene aunque sólo sea una media verdad, entonces las perspectivas de cambio para la educación son inmensas.
Sarah-J. Blakemore:
Sí, estamos empezando a saber mucho más sobre lo que sucede en el cerebro cuando aprendes cosas distintas como matemáticas o cuando aprendes a leer y a escribir, cuando interactúas socialmente o cuando utilizas distintos métodos de aprendizaje. Pero creo que lo más importante que hay que recordar es que todo ello va a tener consecuencias para la educación.
Eduard Punset:
Estoy pensando ahora en un amigo mío, que tiene mi edad o quizás un poco más joven, es italiano, y tú lo conoces muy bien porque descubrió en los monos…
Sarah-J. Blakemore:
Las neuronas espejo.
Eduard Punset:
Así es. Y descubrió que con sólo mirar a alguien haciendo algo, tú aprendes a hacerlo también. Y si intentas imitar lo que el otro estaba haciendo, entonces, aprendes más deprisa. ¡Habría que intentar aplicarlo a la educación!, ¿no crees?
Sarah-J. Blakemore:
Sí, y hay otros ejemplos que van en esa misma dirección como cuando simplemente te imaginas haciendo algo, por lo que se activan las mismas regiones cerebrales que cuando realmente haces lo que habías imaginado. Lo que significa que la práctica mental puede ser eficaz ya que si nos imaginamos haciendo algo, no sé, corriendo por ejemplo, puede influir en nuestra velocidad (bueno, es una influencia muy sutil pero significativa), en cosas como la fuerza de nuestros músculos. Con sólo imaginarlo, sin hacer absolutamente nada. Y se supone que es porque cuando lo imaginamos se activan las mismas regiones cerebrales que cuando hacemos ejercicio de verdad.
Eduard Punset:
Recuerdo que en una ocasión me encontraba en Boston con uno de los mayores expertos en nutrición del mundo y al final de la conversación me dijo: “Mira, Eduardo, la nutrición y la dieta son muy importantes para la salud pero hacer ejercicio es todavía más importante. Esto es lo único que sabemos seguro”. Así que parece que hacer ejercicio es muy importante para la salud.
Sarah-J. Blakemore:
Sí, se trata de un tema muy interesante. De hecho, no sabemos cómo influye a largo plazo el ejercicio en el cerebro humano pero lo que sí sabemos de distintos estudios hechos con ratones y ratas es que el ejercicio influye en el cerebro. Es en aquella parte del cerebro, el hipocampo, que se encarga de la memoria y del aprendizaje, donde más influye el ejercicio. Hay estudios de hace algunos años que demuestran que cuando los ratones pueden hacer todo el ejercicio que quieren, nuevas células tienden a crecer en su hipocampo, muchas más que en los ratones que no pueden hacer actividad física.
Eduard Punset:
¿Entonces, es posible que sus músculos sean más grandes y al mismo tiempo tengan más memoria?
Sarah-J. Blakemore:
Sí, y esto se refleja también en tareas memorísticas ya que los ratones que podían moverse a su antojo obtuvieron mejores resultados en ejercicios memorísticos.
Eduard Punset:
Estamos descubriendo por primera vez que es cierto que existen períodos críticos en el aprendizaje de una persona. Hay idiomas, hay cosas que es mejor aprenderlas a una edad determinada que en otras. Bueno, otro descubrimiento. Estamos viendo que realmente es prácticamente imposible aprender solo. Uno aprende cuando se relaciona con los demás y esto, esto echa por tierra cosas que habíamos creído durante centenares de años. Es la gran revolución educativa, o más bien, es la gran revolución de la entrada de la ciencia en el sistema educativo.

Entrena tu cerebro, cambia tu mente:
http://www.redesparalaciencia.com/1355/redes/2009/redes44-entrena-tu-cerebro-cambia-tu-mente


http://drgeorgeyr.blogspot.com/2009/11/claves-para-la-educacion-como-aprende.html